portada de Pequeño diccionario de William Blake

Cristóbal Serra

Pequeño diccionario de William Blake

Caracteres simbólicos

Colección: Alejandría 2
Páginas: 86
Formato: 17 x 24 cm
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-94-7651-869-2
Año aparición: 1.992

Precio sin IVA: 18,27€
Precio con IVA: 19,00€

El pequeño diccionario de William Blake –ciertamente sui generis por versar sobre la obra de un visionario sin par– está destinado no tanto a la consulta como a la lectura. Su autor, al escribirlo, se ha puesto el objetivo profundo de ofrecer antes conocimiento que información. De aquí que, en este diccionario breve, se encuentren conocimientos exotéricos y esotéricos relacionados con la obra de William Blake, el gran pintor y místico inglés, que, al decir del conde de Keyserling, fue el primero en predicar en Europa una «ética de la fecundidad».

El 28 de noviembre de 1757 (año fijado por Swedenborg para el advenimiento del nuevo reino de Dios sobre la tierra) nació William Blake en Londres. Hijo de un calcetero, modesto negociante de tejidos, hará honor al oficio paterno, al no estar nunca inactivo. Desde sus años juveniles hasta que muere en 1827, dará pruebas de una actividad creadora sobrehumana, caracterizada además por continuas «visiones». Se sabe que solía esbozar durante la noche sus retratos visionarios. Esto da que pensar que haya podido ser la suya una experiencia hipnagógica, cosas vistas en el umbral del sueño, figuras proyectadas por una especie de linterna mágica.

Este creador de un mundo propio dejó, además de una inmensa obra pictórica, una serie prodigiosa de poemas y prosas proféticas, que, en nuestra época de auge de las ciencias parapsicológicas, ofrecen un marcadísimo interés. Al mismo tiempo que modernísimo, William Blake ha sido un osado indagador de los orígenes prebíblicos del hombre, que indagó a través de una simbologia renovadora y volcada al porvenir. Esto hace que su estética haya podido aparecer un tanto contradictoria (éste fue el sentir de los surrealistas). Al darnos una poesía radicalmente nueva con un lenguaje manifiestamente antiguo, algunos (no pocos) lo han entendido mal o a medias, hasta el punto de regatearle todo rigor.

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