La danza de las serpientes

Este volumen, duodécimo de la serie de El Indio Norteamericano, está protagonizado por una sola tribu, muy importante: la de los hopis. Curtis dedicó más tiempo de lo habitual a la recogida de datos y realización de fotografías de esta tribu. Su primera visita tuvo lugar en el año 1900, y la última en 1919. Durante esos diecinueve años tuvieron lugar grandes cambios en el modo de vida de los hopis, por lo que, como declara el propio Curtis, fue una suerte haber empezado a fotografiar a este pueblo antes de que dichos cambios pusieran fin a muchas características formales de su vida tradicional. Cuando Curtis empezó a estudiar a esta tribu, su modo de vida indicaba un contacto relativamente leve con la civilización blanca, y ningún otro lugar de los Estados Unidos ofrecía como éste la oportunidad de observar a los americanos nativos viviendo de forma tan similar a como lo hacían cuando los primeros exploradores españoles visitaron los territorios desérticos del sudoeste de Norteamérica.

Este pueblo, dotado de un sutil encanto, es estrictamente sedentario y para su alimentación depende básicamente de las cosechas. Este hecho da un especial interés al estudio de su vida ceremonial y religiosa, pues permite ver hasta qué punto el hábitat y el régimen alimenticio influyen en la configuración del sistema ceremonial. Los hopis son un pueblo profundamente religioso, y su vida está dedicada en gran parte a la celebración de ritos ceremoniales, el más espectacular de los cuales es la famosa danza de las Serpientes, de espléndido dramatismo. En este rico acervo mitológico y tradicional ocupan un lugar importante las leyendas de los distintos clanes hopis, así como su panteón de divinidades.

Las hermosas fotografías de Curtis que completan el volumen nos permiten hacemos una idea precisa de los tipos humanos de esta interesante tribu y del entorno natural en que se desenvuelve su vida.