Ibiza, hacia 1970

El autor, de formación filosófica y psicoanalítica, residió en Ibiza dieciocho años, en una casa payesa, en estrecha relación con la población rural autóctona. En esta obra nos ofrece su mirada emotiva y reflexiva acerca de tan excelsa cultura. Ibiza permaneció aislada del mundo exterior durante centurias y, así, permaneció inalterada hasta mediados del siglo xx, cuando empezaron a llegar a la isla visitantes de muy diversos países, transformando su economía.

Hasta entonces la población campesina había vivido en un régimen de autarquía y de supervivencia, desarrollando una exquisita cultura de la tolerancia, indispensable para su convivencia y, por tanto, también para su supervivencia. La precariedad imponía un realismo a ultranza que, unido a la ausencia de escritura, exigía un compromiso absoluto con la verdad.

Su inmersión en la naturaleza que les rodea les hace sentir miembros de la familia de vivientes, humanos, animales y plantas, con los que conviven, procurando una unión interna y con el entorno de la que la armonía de su arquitectura es sólo una de sus manifestaciones.

Podemos considerar la cultura rural ibicenca como un tesoro inmaterial –y material– que merece nuestra admiración y reflexión, ante el peligro de desarraigo que podemos experimentar en nuestra modernidad.

Miguel Puig Alemany nació en Mallorca en 1946. Estudió filosofía en la Universidad de Lovaina (licenciatura y curso de doctorado) y se licenció en psicología clínica y sociología en la Universidad de La Sorbona, París.