Colección: La Pipa sagrada 14
Traducción de Francesc Gutiérrez
Páginas: 321
Formato: 15,5 x 21 cm
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 978-84-7651-111-4
Año aparición: 1.997
Precio sin IVA: 29,81€
Precio con IVA: 31,00€
Los indios de California, fragmentados en numerosos grupos pertenecientes a cuatro familias lingüísticas diferentes, poseían, sin embargo, una cultura muy similar. Katos, wailakis, yukis, pomos, wintuns, etc., eran tribus de cultura primitiva y carecían de hábitos guerreros. En este decimocuarto volumen de El Indio Norteamericano, Curtis recupera, gracias a su formidable investigación de campo, el espíritu de estas tribus de California.
El presente volumen, decimocuarto de la serie de El Indio Norteamericano, ofrece los resultados del estudio que Curtís realizó sobre los indios que habitan en una vasta región marcada por grandes contrastes físicos. Sus límites son la costa californiana, entre la bahía de San Francisco y la de Humboldt, al oeste, y las cadenas montañosas del monte Shasta, al norte, y la sierra de Tehachapi, al sur. En el interior de estos limites se encuentran amplias zonas boscosas y grandes valles fértiles. La región comprende, además, zonas agrícolas y ganaderas al norte de la bahía de San Francisco, y otras en las que se encuentra oro. Las tribus que habitaban en esa gran área eran los katos, wailakis, yukis, pomos, wintun, maidus, miwoks y yokuts, pertenecientes a cuatro familias lingüísticas diferentes. La cultura de todas estas tribus era muy similar, a pesar de la diversidad lingüística. A diferencia de las tribus de otras regiones, no poseían un ceremonial muy desarrollado, su forma de vestir era muy simple y sus herramientas y utensilios, escasos y sin mucho ingenio. La obtención del alimento se veía facilitada por la abundancia de caza y pesca, y en muchas localidades también era posible obtener buenas cosechas de bellotas y semillas. La población original de todo ese vasto territorio se estima en unos 50.000 individuos. Contrariamente a los indios de las Llanuras, dotados de un fuerte espíritu guerrero y de autoprotección, los indios de California, divididos en pequeños grupos locales y hablando lenguas distintas, no eran luchadores ni tuvieron la iniciativa de asociarse para defenderse contra el invasor blanco; lo accidentado del terreno dificultaba, además, la comunicación entre los distintos grupos. Todo ello trajo consigo el que fueran víctimas de toda clase de abusos y se vieran reducidos a su lamentable condición actual. La espléndida labor de campo de Curtis, junto con sus magnificas fotografías, consiguen recuperar para el lector de hoy el espíritu de estas tribus de California.