portada de Viaje a Samoa

Marcel Schwob

Viaje a Samoa

Cartas a Margarita Moreno

Colección: Terra Incognita 4
Prólogo de Eduardo Jordà
Traducción de Jaume Pomar
Páginas: 125
Formato: 15 x 21 cm
Encuadernación: Rústica
ISBN: 978-84-7651-365-1
Año aparición: 1.998

Precio sin IVA: 7,69€
Precio con IVA: 8,00€

E1 viaje a Samoa de Marcel Schwob es un viaje al sueño que se revela imposible. Escrito en forma de cartas a su esposa, este relato del célebre escritor francés nos presenta su visión intensamente poética de los vastos océanos y las tierras exóticas que recorrió en su periplo —el mar Rojo, el océano Indico, Ceilán, Australia, las islas de Oceanía…—, con sus cielos espectaculares y sus personajes singulares.

Un libro que mereció los elogios de otro gran maestro del lenguaje: Jorge Luis Borges.

En 1901, el gran escritor francés Marcel Schwob, siguiendo las huellas de su admirado Robert L. Stevenson y esperando mejorar su debilitada salud con el aire del mar, emprende un viaje a Oceanía, concretamente a Samoa. Se embarca en Marsella, hace escala en Colombo, recorre las ciudades ruinosas de Ceilán, cruza el Océano Austral, pasa por Sidney y finalmente llega a Samoa. En la isla se relaciona con los indígenas, a los que seduce por su amabilidad y las narraciones que les cuenta. Una grave pulmonía le pone en peligro de muerte y se salva gracias a los cuidados de un médico americano, pero, reuniendo las pocas fuerzas que le quedan, regresa a Francia y exclama: «¡Nunca más volveré a irme!».

Durante el viaje, Schwob redacta una especie de diario en forma de cartas dirigidas a su esposa. Pero estas cartas forman un verdadero libro, un libro de esbozos donde él anota, como un pintor, los espejismos del cielo y del mar. Las descripciones entusiastas esconden a un hombre hastiado de todo bajo el influjo mágico de los mares australes. Schwob, gran soñador de aventuras, por fin vivió una, aunque no visitó la tumba de Stevenson ni penetró, como esperaba, en el conocimiento pleno del alma de los indígenas.

Este relato mereció el asombro y los elogios de J. L. Borges, gran admirador de Marcel Schwob, llamado el «poeta mendigo», que con su estilo sencillo y humilde, como un orfebre, llega a dominar una escritura excepcional.

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